LIMA, 11 May. 09-El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne señaló este fin de semana que “la castidad es un don, un regalo y no es una represión como dicen algunos” al referirse a lo sucedido con un conocido sacerdote de Miami involucrado con una mujer.
Tras precisar que “la Iglesia no está en crisis” por situaciones como éstas, el Purpurado limeño explicó que la castidad es esa madurez que logra “una armonía y complementariedad de cuerpo y alma; de tal manera, que ya no es el sacerdote un hombre cualquiera, sino que es un hombre que recibe un tesoro, un don o un regalo de Dios que lo capacita para vivir esa entrega total, ese amor o ese enamorarse con todas las consecuencias de esa integración de cuerpo y alma a Dios”.
Por tanto, precisó, “la castidad es un don, un regalo y no es una represión como dicen algunos, ni mucho menos una burla o un comentario sarcástico. ¡No, la castidad es un regalo de Dios!, y tenemos que preguntarnos: ¿Cómo recibes los regalos de Dios? ¿Cómo los cuidas?”.
El Arzobispo indicó luego que al “sacerdote que libremente se comprometió con Dios, el Señor le dice: ‘si el amor a una mujer es maravilloso, te prometo el amor a Mí, a Dios, que soy autor del amor, de la mujer, del hombre y del matrimonio’”. Por esa razón, añadió, “el sacerdote debe luchar y esforzarse para saber vivir las amistades, para saber ver con los ojos limpios y para no frecuentar”.
Refiriéndose concretamente al Padre Alberto Cutié, el Cardenal Cipriani dijo que “en el terreno personal todo el perdón, pero en el terreno público en que se ha colocado esta situación, hay que aclarar para enseñar a nuestros fieles que es lo que Dios quiere”.
Ante los comentarios de algunos que dicen que este problema se soluciona con permitir el matrimonio para los sacerdotes, el Cardenal mencionó que la fidelidad al amor que se le pide a un sacerdote es la misma que debe vivir un hombre y una mujer casados.
Tras asegurar luego que la Iglesia debe ser más que nunca una madre, el Purpurado explicó que como buena madre le dice a sus hijos que “el sacerdote fiel, casto y célibe para toda la vida es una maravilla. Ayúdenlo, recen por él y procuren corregirlo cuando es necesario hacerlo”.
“Que hay pecados y pecadores, por supuesto; y, hay que acogerlos y ayudarlos, pero lo que no se puede hacer es un show mediático como hemos visto estos días con este pobre padre Alberto, que francamente hecho en falta un poco más de humildad”, concluyó.
Tras precisar que “la Iglesia no está en crisis” por situaciones como éstas, el Purpurado limeño explicó que la castidad es esa madurez que logra “una armonía y complementariedad de cuerpo y alma; de tal manera, que ya no es el sacerdote un hombre cualquiera, sino que es un hombre que recibe un tesoro, un don o un regalo de Dios que lo capacita para vivir esa entrega total, ese amor o ese enamorarse con todas las consecuencias de esa integración de cuerpo y alma a Dios”.
Por tanto, precisó, “la castidad es un don, un regalo y no es una represión como dicen algunos, ni mucho menos una burla o un comentario sarcástico. ¡No, la castidad es un regalo de Dios!, y tenemos que preguntarnos: ¿Cómo recibes los regalos de Dios? ¿Cómo los cuidas?”.
El Arzobispo indicó luego que al “sacerdote que libremente se comprometió con Dios, el Señor le dice: ‘si el amor a una mujer es maravilloso, te prometo el amor a Mí, a Dios, que soy autor del amor, de la mujer, del hombre y del matrimonio’”. Por esa razón, añadió, “el sacerdote debe luchar y esforzarse para saber vivir las amistades, para saber ver con los ojos limpios y para no frecuentar”.
Refiriéndose concretamente al Padre Alberto Cutié, el Cardenal Cipriani dijo que “en el terreno personal todo el perdón, pero en el terreno público en que se ha colocado esta situación, hay que aclarar para enseñar a nuestros fieles que es lo que Dios quiere”.
Ante los comentarios de algunos que dicen que este problema se soluciona con permitir el matrimonio para los sacerdotes, el Cardenal mencionó que la fidelidad al amor que se le pide a un sacerdote es la misma que debe vivir un hombre y una mujer casados.
Tras asegurar luego que la Iglesia debe ser más que nunca una madre, el Purpurado explicó que como buena madre le dice a sus hijos que “el sacerdote fiel, casto y célibe para toda la vida es una maravilla. Ayúdenlo, recen por él y procuren corregirlo cuando es necesario hacerlo”.
“Que hay pecados y pecadores, por supuesto; y, hay que acogerlos y ayudarlos, pero lo que no se puede hacer es un show mediático como hemos visto estos días con este pobre padre Alberto, que francamente hecho en falta un poco más de humildad”, concluyó.
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